jueves, 24 de octubre de 2013

CATALUNYA 2

Articles de Guillem Martinez, que com su genial prosa nos da una imagen diferente de los dias que van de la Diada al 12 de Octubre.

24/10/13 El tramo oficial | Cataluña | EL PAÍS

CATALUÑA
GUILLEM MARTÍNEZ 12 SEP 2013 - 00:18 CET 9
ANÁLISIS
El tramo oficial
Sería la sexta ocasión en la que Cataluña es un fenómeno periodístico planetario
 Independródomo de plaza Sant Jaume. Parroquia variopinta. Familias ara-sí-que-sí, ara-quèfem.
Señores solos en eterna tarde de fútbol. Señoras solas, pre o post-tietes. Adolescentes
con mamá, o con, guau, lo contrario a mamá. Mucha gente envuelta en bandera. Un compendio
variado y difícil de interpretar. Desde hace varios días ha empezado una batalla interpretativa
sobre el sentido del acto. Esta mañana, Mas ha culminado la polémica comunicando al mundo
su interpretación. La cadena será una forma de presión en sus conversaciones con Rajoy —
secretas, incluso en el tema: ¿son por una consulta? ¿por un pacto fiscal?—, propiciadas por
Duran, un señor que se confunde con el Régimen’78 —es un diputado tan dilatado en el
tiempo que vio a los leones del Congreso alimentarse con wiskas-cachorros—. El
planteamiento oficial es que la cadena es una muestra cósmica de delegación social en un
Gobierno del Sur/de ética creativa. Me temo que esa será la interpretación mañana. O, al
menos, el Govern tiene un grupo comunicativo que puede modular opiniones con cierta
efectividad —la semana pasada, glups, cambió el fastuoso viaje a Itaca por un charter a lo que
sea, en un plis-plas—. Metáfora: un señor entra en Sant Jaume con un bafle a toda castaña,
que retransmite un bucle informativo de Catalunya Ràdio de cuando el juez explicó lo de
Ferrovial y CDC. La gente se aparta. Un grupo de abuelitos le increpan, hasta enmudecer el
bafle con gritos patrióticos. Otra metáfora: cuando se produce la cadena —personas invitadas
por la ANC al tramo—, por megafonía oficial suena la interpretación del asunto, vía radio de
confianza.
La misma radio pública emite discursos patrióticos, vía bafles, en el Parlament. Donde se
produce otra metáfora. La cadena sigue unida hasta llegar al espacio físico del Parlament,
donde los representantes ya no están por el tema. Tal vez es la metáfora de un Parlament que,
en una cultura de conversaciones secretas, está para la foto.
Megafonía informa del éxito de la cadena. Sería, pues, la sexta ocasión en la que Cataluña es
un fenómeno periodístico planetario. Lo fue en 1714, cuando Voltaire intuyó lo que el pueblo
de Barcelona había hecho —superar el marco que fijaron sus élites y formular algo parecido a
la democracia—; en 1896 y 1907, cuando la prensa europea explica una represión atroz a una
población que demandaba derechos; en 1936, cuando se produce una revolución social; y en
1977, cuando la mani gigantesca demandando derechos nacionales, amnistía y libertad. Es
decir, derechos. Esta es la primera ocasión, en todo este trayecto, en el que un gobierno fija la
interpretación del asunto. A ver qué dicen fuera. Dentro, ya tal.



24/10/13 Independencia sin Jefferson | Cataluña | EL PAÍS

CATALUÑA
GUILLEM MARTÍNEZ 11 SEP 2013 - 00:10 CET 12
ANÁLISIS
Independencia sin Jefferson
Si alguien, en una cadena por la independencia, se le ocurre contemplar otros derechos la
desconcentración resultante dificultará, de manera fatal, el paso arrollador de la historia
Es perceptible cierta confrontación entre los conceptos #ViaCatalana y #EncerclemLaCaixa. El
rozamiento consiste en observar a la #ViaCatalana como única Iglesia verdadera, mientras su
prima es un fenómeno que obstaculiza y resta nitidez y centralidad al asunto. Lo que permite
observar el asunto y la centralidad esa. Consisten en reivindicar un solo derecho, el derecho a
decidir. En consecuencia, si alguien, en una cadena por la independencia, se le ocurre
contemplar otros derechos —o el culo de la de al lado—, la desconcentración resultante
dificultará, de manera fatal, el paso arrollador de la historia y bla-bla-bla. La polémica entre
cadenas ilustra, pues, una lucha por el sentido de concepto independencia. Es decir, por el
sentido de los derechos que implica la creación de un Estado.
Esta lucha se inició el pasado 12-S, cuando la Assemblea Nacional Catalana (ANC) regaló al
Govern la gestión de un proceso que nació en las Quimbambas del Govern, en referendos
municipales que no contaron con la simpatía de ningún Govern, en tanto restaban centralidad al
asunto que ocupaba al Govern. Es divertido recordar que, hasta entonces, la
política/asunto/centralidad de Mas estaba orientada en una doble dirección: a) un pacto fiscal
tan colorido que hiciera olvidar; b) sus recortes sociales y de derechos vía presupuestos y vía
votaciones en el Congreso. El abrazo apasionado de Mas al independentismo, en efecto, es
tan sorprendente como un hipotético abrazo apasionado de Rajoy a una miss venezolana. Aun
así, fue saludado con análisis inexportables e intraducibles por el, ya mayoritario, Ilustrísimo
Colegio de Periodistas Palmeros. Y no tanto por el electorado, que repartió la centralidad del
asunto, en un indicio de que las centralidades y los asuntos únicos no existen/son los padres.
En el último año, el asunto central ha funcionado a toda castaña. CiU-ERC, curiosamente, y aún
teniendo las herramientas para realizar una consulta, no la han hecho. Pero no han parado de
trabajar en la centralidad del asunto: han sacado el proceso de la calle, se lo han apropiado, y
lo han dosificado y gestionado para obtener beneficio político. El Gobierno CiU-ERC, con
virtuosismo, ha tamizado el proceso a través de la cultura de la Transición. Así, independencia
es, en Catalunya, algo parecido al concepto democracia en España en las tres últimas
décadas: aquello que determine el Gobierno. Es, por tanto, algo sin calendario —puede
suceder en 2016, o nunca—, opaco —puede transcurrir en reuniones secretas—, sin forma —
puede finalizar en una especie de pacto fiscal—, que solo entraña un derecho —a decidir lo
que el Govern nos diga—, y tan identificado con el Govern que se confunde con él. Controlar al
Govern, así, es atacar el proceso. El resultado es que, en esta cultura, tan dada a un
periodismo que no controla al poder, hemos depurado el Govern con menos control del
mercado. El rodillo CiU-ERC ha posibilitado, además, una ausencia de control parlamentario de
la corrupción y la violencia gubernamentales. Y, con la prórroga de presupuestos, unos
recortes del 28% —una restricción de derechos sociales de documental de la UFA— que,
además, no pasará por el Parlament —sí, España no es UK, pero, Catalunya, pues tampoco—.
La Generalitat es el Gobierno del Sur más pajarito y con menos iniciativa legislativa —con la
excepción del Gobierno confederado, si bien, en su defensa, no existe desde la rendición del
general Lee—. Pero también es el único Gobierno del Sur que, aun construyendo la misma
contrarreforma democrática que otros Gobiernos vecinos, dispone de algo ya imposible en
Grecia, Italia o España. El monopolio de la bandera.
Los ataques de una cadena a otra ilustran el terror gubernamental a que los derechos superen
la bandera, a que el proceso por un Estado entrañe un proceso constituyente, descentralizado,
creador de nuevos derechos. Ilustra también un horizonte tal vez sin Estado propio, pero con
un notorio cambio electoral. Un Frente Nacional al uso. Que ya funciona a tutiplén.


24/10/13 Oktoberfest | Cataluña | EL PAÍS

CATALUÑA
GUILLEM MARTÍNEZ 13 OCT 2013 - 00:05 CET 94
COLUMNA
Oktoberfest
Es posible que ese acto sirva para observar que PP y C's no son ajenos a estéticas inquietantes del
pasado
Plaza Catalunya. Concentración por la unidad de España. Ambiente relajado. Familiar. Mucha familia de barrio con niño. Mucho niño con familia, de esos que te encuentras en los ferrocatas, con ese peinado que cuesta décadas reproducir sobre un cráneo. Militantes y dirigentes del PP y de C's riendo con la boca repleta de dientes, o emocionándose ante la contemplación de la bandera, ese paisaje diferente,
según quien lo mira. Pancartas impresas con lemas a la convivencia — Junts estem millor, No volem ser
més catalans que espanyols—, mucha camiseta con el lema Som 47 milions, mucha bandera europea, mucha camiseta de la selección. Ninguna bandera con gallina. Todo ese esfuerzo ecuménico por la contención
convive, sin enfrentamiento, con sonrisas y con expresiones de complicidad ante personas con
boinas militares, o que emiten periódicamente gritos de “Arriba España” —y, glups, de “Arriba
España, coño”, que es como más programático—. En mitad de la plaza hay un dirigible del que
pende una bandera king-size, fletado por el Casal Tramuntana, que a pesar del nombre no es
un club naútico, sino un grupo fascista. Una librería móvil vende en una esquina literatura que
en la RFA está prohibida.
Cuando avanzas es común escuchar conversaciones de peli de miedo —“habrá que volver a
salir a la calle”, “nos vemos luego en la Librería Europa”—. Es común ver a personas
fotografiadas con la bandera en una mano y el saludo romano en la otra, y con ese cuello con
la yugular ocho tallas más grande. Sobre una barandilla de la plaza, un grupo de adolescentes
con sendas banderas canta el himno de España. De las tres letras que existen en el mercado
—ninguna podría cantarse en Viena—, optan por la de José María Pemán —”alzar los brazos
hijos del pueblo español / que empieza a resurgir”—.
Bueno, el acto tenía diversos puntos de interés. ¿Ha aumentado la participación respecto al
año pasado? Sí, se ha doblado. Lo que sigue siendo muy poco, casi rozando el ridículo, si se
piensa los últimos 11-S. Por primera vez, desde los 90's, hay una extrema derecha no
integrada en el PP. ¿Es perceptible? Pues no. Es posible que ese acto, incluso, sirva para
observar que PP y C's no son ajenos a estéticas inquietantes del pasado. ¿En dos años de
proceso catalán se ha creado un discurso unionista fundamentado en derechos, neutral, no
esencialista, que haga de cojín entre nacionalismos y que cree propuestas? Al parecer no. Y
no se le espera. El discurso unionista perceptible hoy aquí, vinculado a un Régimen extinto y a
otro desautorizado y con serios problemas de futuro, no parece dar para mucho más. ¿Son
importantes estos actos? No creo. El unionismo efectivo, la defensa del Régimen, está en otro lado.


24/10/13 Compre y luego ya discutiremos | Cataluña | EL PAÍS

CATALUÑA
GUILLEM MARTÍNEZ Palafrugell 12 AGO 2013 - 00:00 CET 69
Compre y luego ya discutiremos
La feria itinerante Estelània vende todo tipo de objetos con la estelada Archivado en: Cataluña Exposiciones España Agenda cultural Cultura Sociedad Las banderas se parecen a los productos de la prestigiosa firma La Perla en que, a), te ponen o no te ponen nada, b) muestran cosas importantes, si bien esconden lo
fundamental, c) su uso prolongado hace que desprendan cierto tufo raro y, d), lo más probable es que estén
confeccionadas en China. Se diferencian en que las banderas están viviendo una expansión que la lencería
guarri sólo rascó, y precariamente, cuando el señor Dupont depuró en su laboratorio el nylon.
Una ilustración de todo ello es la feria itinerante Estelània, que el pasado sábado recaló en Palafrugell —los próximos 15, 16, 17 y 18, podrán disfrutar de sus servicios en Barcelona— sembrando la capital del Baix Empordà de objetos relacionados con la bandera. En este caso, la estelada de toda la vida, una bandera
nacida en la Habana, cuando Macià montó aquella constitución catalana —que, me dicen, no
estaba nada mal—, que la consagraba como bandera ad-hoc. Es, pues, técnicamente, una
bandera mulata, que si viviera en una nave industrial barcelonesa ya la hubieran desalojado los
SWAT.
Afortunadamente, su nicho es otro. Desde que el 12S pasado el Gobierno catalán abrazó esa
bandera, como los indios mexicas abrazaron el cristianismo —con una pasión sólo comparable
a su temor a ser exterminados—, la bandera vive en sitios donde ni estaba ni se la esperaba. Y
en objetos que, temerariamente, hasta ahora había vivido sin bandera, como —según veo a lo
largo y ancho de la calle Pi i Margall, el primer tipo que habló por aquí abajo de un Estado
catalán, en las antípodas de como se ha hablado posterioremente: “Dividamos el Estado en
Estados, y estos en Estados, a su vez divididos, que ejerzan el control unos sobre otros”, snif
— tazas, zapatillas, espardeñas, más tazas, llaveros, joyería de urgencia, ropa interior against
La Perla, camisetas, un 600 tuneado con estelada, puntos de libros, fundas para pasaporte y,
según leo en el prospecto de una caseta “un espai de trobada del sexe fet i parlat en català”,
que va y se llama Tita Barretina. También hay objetos de creación exclusiva, como el
estampado personalizado, en tu camiseta de la Vía Catalana, del kilómetro en el que te ha
tocado encadenarte, o unos manguitos para brazos, que —el vendedor informa de su
funcionamiento a una niña de 10 años— están a huevo para darle la manita a tus dos
compañeros laterales de la Cadena, a la vez que resultan “emocionants si balles sardanes”.
La bandera, esa cosa que está substituyendo la descripción del proyecto que pretende ilustrar,
que camufla la crueldad democrática y social de no emitir presupuestos es, en fin, un mundo
que no te acabas. Es un Gibraltar portátil.

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