miércoles, 11 de diciembre de 2013

Anselm Kiefer

Anselm Kiefer. Un maestro de la pintura

6 de junio de 2013 - 3 de noviembre de 2013
Comisario: Fernando Castro Flórez
Hijo de un profesor de arte, Anselm Kiefer nació en marzo de 1945 en Donaueschingen en la Selva Negra alemana. Comienza a estudiar Derecho y pronto lo abandona para entrar en la Academia de Arte de Friburgo. Más tarde continúa sus estudios en la Academia de Karlsruhe y con Joseph Beuys en Düsseldorf desde 1970 a 1972. Enseguida se convierte en uno de los artistas alemanes más provocadores de su generación aunque desde 1969, fecha de su primera exposición individual en la Republica Federal de Alemania, hasta su presencia en 1980 en la Bienal de Venecia, su trabajo es prácticamente desconocido fuera de su país.
Las referencias que Kiefer utiliza y conjuga en sus trabajos son múltiples: los temas bíblicos, los cristianos y los mitos germánicos aparecen en relación con la historia reciente de la guerra mundial. Al igual que el nuevo cine alemán de Fassbinder o Syberberg, su pintura se propone despejar los tabúes que le impiden explorar su propia herencia e identidad.
Kiefer no es un pintor de Historia, en sentido estricto, ni mitológico, sin embargo, sus trabajos aluden a menudo a sucesos del pasado o temas mitológicos utilizados de un modo tan personal que se dirigen a la idea del artista como visionario. La reinterpretación del mito de los Nibelungos, clave en la inspiración wagneriana, o Ícaro, asociado a la figura del ángel y éste a la paleta del pintor, asimila el simbolismo del fuego -purificador y destructor- con el papel del artista.
Su obra incluye el homenaje a los filósofos, poetas, artistas y pensadores germánicos como Rilke, Weber o Holderlin. Podemos considerar el trabajo de Kiefer como un intento de sintetizar las grandes tradiciones artísticas del pasado más próximo y más lejano, y también un intento por superarlas. El artista ha utilizado las convenciones de la pintura de Historia, su ambición retórica, su interés por la perspectiva y sus técnicas teatrales, ofreciéndonos como resultado una odisea a través del tiempo. Pero al contrario que los pintores históricos tradicionales, Kiefer mezcla diferentes puntos de vista y ofrece interpretaciones contradictorias con la magnificencia característica de esta tradición.
El enfoque de la pintura de paisaje también está profundamente meditado en Kiefer. La obsesión por la naturaleza como escenario para expresar sentimientos profundos, comparte el impulso romántico de principios de siglo de combinar sentimientos pesimistas y temas apocalípticos con deseos trascendentales, conjugado con un espíritu aventurero y enérgico en el acercamiento a los temas.
Kiefer no sólo cree en el poder regenerador del arte, sino en la posibilidad de establecer un diálogo entre la historia y las civilizaciones, como antídoto frente al horror de la historia humana y como búsqueda de un camino de reconciliación.
















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